Los Bautistas Creen en la Autonomía de la Iglesia Local

“Yo soy el Alfa y la Omega,
el primero y el último.
Escribe en un libro lo que ves,
y envíalo a las siete iglesias
que están en Asia.”
Apocalipsis 1:11

¿Qué significa ser una iglesia autónoma? La palabra “autónomo” proviene de dos palabras griegas que significan “yo mismo” y “ley”. Autónomo significa auto-gobernación o auto-dirección. Por supuesto no es absolutamente autónoma porque la iglesia siempre debe reconocer el control y la autoridad de Jesús como Señor.

La Autonomía de Iglesias Bautistas

Cada iglesia Bautista es autónoma. El ser una iglesia autónoma es una parte importante de lo que significa ser una iglesia Bautista. Los Bautistas usan el término “iglesia” para referirse a una congregación local de creyentes bautizados y no a la denominación entera. Por lo tanto nos es correcto usar el término “La Iglesia Bautista” para referirse a la denominación Bautista en general. Cada congregación local es autónoma, así que en verdad no hay tal cosa como La Iglesia Bautista.

La autonomía significa que cada iglesia Bautista, entre otras cosas, selecciona su liderazgo pastoral, determina su estilo de adoración, decide asuntos financieros, y dirige otros asuntos relacionados con la iglesia, sin control ni supervisión de afuera. Las organizaciones Bautistas denominacionales tales como asociaciones de iglesias y convenciones estatales y nacionales no tienen ninguna autoridad sobre una iglesia Bautista. Si una de estas organizaciones procurara ejercer control sobre una iglesia local violaría una convicción básica de gobierno.

Por ser autónoma, una iglesia Bautista no reconoce ningún control gubernamental sobre la fe y práctica religiosa. Aunque las iglesias Bautistas obedecen las leyes de gobiernos relacionadas con ciertos asuntos, se niegan a reconocer la autoridad de los gobiernos en asuntos de doctrina, gobierno eclesial y ministerio (Mateo 22:21). Los Bautistas han rechazado sin excepción los esfuerzos de cualquier entidad gubernamental secular por dictar lo que una iglesia debe creer, cómo debe adorar, quién debe o no debe ser miembros de ella. La decisión de no doblegarse ante las demandas de los gobiernos les ha costado caro a los Bautistas.

Los Bautistas también han rechazado la práctica de algunas denominaciones de que las autoridades denominacionales ordenan lo que las congregaciones locales deben creer y cómo deben adorar. Los Bautistas insisten que no hay autoridad humana sobre la iglesia Bautista. Solo Jesús es Señor de la iglesia.

Las amenazas a la autonomía de la iglesia Bautista en los Estados Unidos parecen venir más de dentro de la denominación Bautista que del gobierno u otros grupos religiosos. En algunos casos, asociaciones y convenciones Bautistas son vistas por los Bautistas como si tuvieran alguna clase de autoridad sobre iglesias.

Esto podría deberse a la confusión de la relación correcta de estas entidades con las iglesias. Las asociaciones y convenciones son una parte vital de la vida Bautista denominacional y hacen un gran aporte a los esfuerzos Bautistas por hacer y madurar discípulos para Jesucristo y ministrar a la gente en su nombre. Sin embargo, no tienen ninguna autoridad sobre las iglesias locales. Cada iglesia puede elegir relacionarse a estas otras entidades Bautistas o no, dependiendo de la voluntad de la congregación.

La insistencia en la autonomía por los Bautistas ha resultado en malentendidos, críticas y hasta persecuciones. Los gobiernos han castigado a los Bautistas como traidores y algunas denominaciones han condenado a los Bautistas por herejes. Muchas otras formas existen del gobierno eclesial, y la autonomía congregacional es practicada por una minoría relativamente pequeña de denominaciones cristianas. ¿Por qué entonces insisten los Bautistas en la autonomía de iglesias?

La Base Bíblica de la Autonomía de la Iglesia Local

La autonomía de la iglesia local no es marginal a las creencias Bautistas. Descansa en convicciones fundamentales Bautistas. Ninguna otra forma de gobierno está de acuerdo con el conjunto de creencias y prácticas Bautistas.

La Biblia es la autoridad para la fe y práctica para los Bautistas, y los Bautistas creen que la Biblia apoya la autonomía de la iglesia local. En los tiempos del Nuevo Testamento cada congregación de cristianos era autónoma. Cada una era una entidad aparte bajo el señorío de Cristo. Se relacionaban la una con la otra en compañerismo, pero ningún individuo ni grupo ejercitaba autoridad sobre las congregaciones.

En el Nuevo Testamento los capítulos dos y tres de Apocalipsis indican que cada una de las siete iglesias de Asia Menor, a las cuáles el libro de Apocalipsis se dirigía, existía como una entidad única y separada y no sujeta a ninguna autoridad menos la de Jesucristo. El Cristo resucitado y glorificado daba dirección a las iglesias.

Las iglesias en los tiempos del Nuevo Testamento seleccionaban de su propia membresía a los que velaban por las necesidades físicas de los miembros (Hechos 6:3-6), determinaban cuáles personas serían comisionadas para ministerios específicos (Hechos 13:1-3), y disciplinaban a sus propios miembros (Mateo 18:15-17; 1 Corintios 5:1-13). Cada una de estas acciones se realizaba bajo el señorío de Cristo y con la guía del Espíritu Santo, sin ninguna dirección ni supervisión externas. Los líderes espirituales como el apóstol Pablo, dependían de la persuasión y el ejemplo más que las demandas dictatoriales cuando les escribían a las iglesias del Nuevo Testamento.

Es más, los cristianos en el tiempo del Nuevo Testamento resistían los intentos de las autoridades gubernamentales y religiosas por imponer creencias y prácticas religiosas (Hechos 4:18-20; 5:29). Los cristianos primitivos, insistían en autonomía tanto de las autoridades seculares como de las religiosas.

Otras Convicciones Bíblicas Bautistas y la Autonomía de la Iglesia Local

La autonomía de la iglesia se apoya en otras convicciones bíblicas de los Bautistas. Por ejemplo, el señorío de Cristo, una creencia atesorada por los Bautistas, guarda relación con la autonomía. Cristo es Señor de cada persona y de cada iglesia. Jesús, ningún individuo ni grupo, ha de ejercer dominio. Su señorío sobre una iglesia se ejercita a través de los miembros de la iglesia, quienes han confiado en Él y lo han seguido como Señor (Efesios 4:1-16).

Los nacidos de nuevo voluntariamente se congregan en grupos y forman iglesias. La Biblia declara que solo los que han nacido de nuevo pueden ser miembros de iglesias (Hechos 2:47). Ellos han sido salvos por fe en el regalo de la salvación en Cristo que Dios da por gracia, y así son todos espiritualmente iguales (Romanos 5:1-2; Efesios 2:8-9). Como tales, ningún individuo ni grupo dentro o afuera de la iglesia debe enseñorearse sobre otro individuo o iglesia (1 Pedro 5:3).

Dios le ha otorgado a cada persona libertad para conocer y seguir la voluntad de Dios. Además, cada persona que cree en Jesús como Salvador y Señor se hace un creyente sacerdote (1 Pedro 2:9) con acceso directo a Dios. No hace falta ningún intermediario como un sacerdote humano (Hebreo 9:11-14; 10:21). Cada sacerdote tiene el deber de ejercer su sacerdocio de manera responsable. Una parte de este deber es la de relacionarse los unos con los otros en un compañerismo de amor en la iglesia y participar en la dirección del mismo, buscando la voluntad del Señor por medio del estudio de las Escrituras, la oración y la guía del Espíritu Santo.

Así como todos los miembros de una congregación han de tener una voz igual en el gobierno de su propia iglesia, también cada congregación es espiritualmente igual a las demás. Ninguna iglesia ni organización de iglesias es superior a otra iglesia. Ninguna tiene autoridad sobre otra iglesia. Es decir, cada iglesia debe ser autónoma.

El gobierno congregacional eclesial y la autonomía de las iglesias van de la mano. Uno no puede existir sin el otro. Si individuos o grupos ajenos a la congregación ejercitan dominio sobre ella, entonces no hay autonomía de la iglesia, y no hay gobernación congregacional.

Conclusión

Aunque hay desafíos asociados con la autonomía de la iglesia local, es un concepto bíblico fundamental que es una parte vital de la identidad Bautista y vale la pena preservarla y fortalecerla.

“Cada Iglesia es eternamente libre e independiente de cualquier y todo poder eclesiástico formado por hombres en esta tierra, cada una siendo la libre
morada de Cristo.”
Declaración de Derechos Inalienables, Art. 1
De la UBA, 8 de octubre, 1840