Los Bautistas: ¿El Sacerdocio de El Creyente o de Los Creyentes?

“Mas vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios, para que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó
de las tinieblas a su luz admirable.”
I Pedro 2:9

“Cada creyente es un sacerdote, tanto para sí mismo ante Dios como para cuidar a los hermanos en Cristo y a personas en el mundo por las cuales Cristo murió.”
De Nosotros los Bautistas, James Leo Garrett Jr. (editor)

Decir que un Bautista es un sacerdote les parece extraño a algunas personas. Pero lo somos. Cada uno de nosotros. De hecho, los Bautistas insisten en que todos los que creen en Jesús como Señor y Salvador son sacerdotes, creyentes sacerdotes. El concepto del sacerdocio de los creyentes es fundamental para los Bautistas. Como sucede con otras creencias importantes de los Bautistas, hay interpretaciones variadas en cuanto a lo que quiere decir este concepto, pero todos atesoramos la verdad bíblica del sacerdocio de los creyentes.

¿Qué Significa Ser un Sacerdote?

Ser un sacerdote significa tanto oportunidad como responsabilidad. En el Antiguo Testamento, un sacerdote ocupaba un lugar especial en la adoración a Dios. Los sacerdotes eran responsables por ciertos elementos de la adoración, como el sacrificio de animales. Ellos servían como mediadores entre el pueblo y Dios.

Sin embargo, el Sumo Sacerdote, el sacerdote principal, era el único permitido a entrar en el Lugar Santísimo del templo de los Judíos. Este lugar santísimo estaba separado del resto del templo y de los demás sacerdotes y adoradores por una gran cortina o velo.

Con la vida, muerte y resurrección de Jesús, todo esto cambió. Ya no era apropiado el sacrificio de animales porque Cristo, el Cordero de Dios, se había entregado como un sacrificio por el pecado. Esto fue un acto de una vez por todas.

En la crucifixión de Jesús, el gran velo en el templo “se rasgó en dos, de arriba abajo” (Mateo 27:51), indicando que Jesús, el Sumo Sacerdote, ahora mediaba entre Dios y los hombres. Ya no eran necesarios sacerdotes como los del Antiguo Testamento. De hecho, todos los que creen en Jesús llegan a ser sacerdotes con acceso directo a Dios. No hacen falta los mediadores humanos. Podemos ir directamente a Dios en oración, confesión, alabanza y adoración. ¡Qué gran oportunidad!

Sin embargo, ser sacerdote también trae responsabilidad. En el Antiguo Testamento, había un sentido en que un sacerdote representaba a Dios ante las personas. Hoy, el creyente sacerdote tiene la responsabilidad de compartir su conocimiento de Dios con otras personas, tanto en palabra como en hecho.

El sacerdote creyente tiene la responsabilidad de dar testimonio del amor de Dios encarnado en Jesucristo y de demostrar el amor de Dios al ministrar a las personas en su nombre. Esta responsabilidad se lleva a cabo de varias formas por los Bautistas, como por el evangelismo, las misiones transculturales, el ministerio, y la acción social en beneficio a otros.

¿De Dónde Vino el Concepto del Sacerdocio de los Creyentes?

Martín Lutero, un líder en la Reforma Protestante, a menudo se asocia con el concepto del sacerdocio de los creyentes. Lutero desafió el énfasis de la Iglesia Católica Romana en el rol especial de los sacerdotes Católicos.

Lutero insistió que cada creyente era un sacerdote con acceso directo a Dios. No abogó por la eliminación del papel de los pastores mas sin embargo creía que toda persona, no solo los pastores, tenía una función sacerdotal.

Sin embargo, para los Bautistas el concepto del sacerdocio de los creyentes no viene de las enseñanzas de Lutero ni de ningún otro grupo cristiano sino del Nuevo Testamento. A base de varios pasajes del Nuevo Testamento, los Bautistas han insistido que toda persona que cree en el Señor Jesucristo tiene acceso directo a Dios. Cada uno es responsable a Dios de manera directa. Cada uno debe compartir el amor de Dios.

El Sacerdocio del Creyente

Según el pensamiento Bautista, el sacerdocio de cada creyente está ligado a otro concepto, el concepto de la suficiencia del alma. Dios le da a cada persona la competencia para conocer y seguir la voluntad de Dios. La decisión de seguir a Cristo como Señor y Salvador es una decisión individual; nadie la puede tomar por otro. Ser un sacerdote creyente es un regalo de Dios, no un logro humano; viene como parte de la salvación.

Cada sacerdote creyente es responsable por sus propias acciones. Los creyentes pueden ir directamente a Dios como individuos sin la ayuda de ningún intermediario. Los individuos pueden y deben leer e interpretar la Biblia por sí mismos sin que las autoridades religiosas les dicten que creer.

Los sacerdotes creyentes son todos iguales los unos a los otros en Cristo (Gálatas 3:26-28). Hay un solo Sumo Sacerdote, quién es Cristo Jesús (Hebreos 7:23-8:13).

Cada sacerdote creyente tiene la responsabilidad de estar comprometido con Cristo y de compartir a Cristo por palabras y hechos. Como declaró Pedro: “para que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable” (1 Pedro 2:9).

Por lo tanto, una iglesia no tiene un solo sacerdote. Tiene en potencia a muchos sacerdotes quienes comunican el amor y perdón de Dios, y que demuestran interés y compasión los unos por los otros.

El Sacerdocio de los Creyentes

El Nuevo Testamento también habla del sacerdocio de los creyentes. Sacerdotes creyentes son parte del cuerpo de Cristo. Forman parte de una comunidad de creyentes. Aunque cada sacerdote creyente es responsable a Dios como individuo, todos los sacerdotes creyentes están relacionados los unos con los otros como hermanos y hermanas en Cristo.

Este aspecto comunal del sacerdocio de los creyentes resalta el hecho de que ser cristiano implica comunión con otros creyentes. Esta comunión funciona para animar y ayudar al creyente en su crecimiento cristiano y su ministerio. ¡Qué triste y difícil sería llevar la vida cristiana estando aislado de otros creyentes!

La comunión de los sacerdotes creyentes también facilita la interpretación de la Biblia y el entendimiento de la voluntad de Dios. Aunque cada sacerdote creyente puede y debe leer e interpretar la Biblia por sí mismo, el creyente competente y sabio buscará la sabiduría y el entendimiento de otros sacerdotes creyentes. Al estudiar las enseñanzas de sacerdotes creyentes del pasado y buscar la sabiduría de los del presente, las personas son edificadas en su entendimiento de la Biblia y la voluntad de Dios.

El modelo Bautista de la iglesia descansa sobre el concepto del sacerdocio de los creyentes. Una iglesia está integrada de personas quienes han ejercitado la competencia que Dios les dio para creer en Jesús como Salvador y Señor y para asociarse de manera voluntaria con una comunidad particular de creyentes.

Cada sacerdote creyente en la comunidad es igual a todos los demás. Por lo tanto, nadie está en autoridad sobre los demás. Así las decisiones se toman por la comunidad de sacerdotes buscando conocer la voluntad de la Cabeza de la iglesia, el gran Sumo Sacerdote, Jesucristo. Lo hacen por medio de la oración, el estudio de la Biblia, la meditación, el diálogo y la decisión.

Conclusión

Entonces, ¿cuál es? ¿El sacerdocio del creyente o el sacerdocio de los creyentes? No es uno de los dos, sino ambos.

El vocablo “el sacerdocio del creyente” comunica el énfasis bíblico en el individuo y la suficiencia del alma. El vocablo “el sacerdocio de los creyentes” comunica el énfasis bíblico en la comunidad y la comunión.

A lo largo de la historia en todos los aspectos de la vida, ha existido una tensión entre el individuo y el grupo. Los Bautistas no se han escapado de esta tensión. Hacemos bien cuando rehusamos elevar uno sobre el otro, sino que los mantenemos en equilibrio.